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La guerra civil española constituyó un verdadero campo de experimentación para la fotografía. Por primera vez, los reporteros gráficos pudieron establecer un relato visual cercano, crudo y vívido de la realidad bélica, mostrándola como nunca se había hecho antes.
En este sentido fue clave la incursión de la cámara Leica: pequeña, discreta y ligera. Iba cargada con película de paso universal que permitía al fotógrafo encadenar los disparos con rapidez. Además, estaba dotada de un sistema que permitía elegir entre velocidades rápidas o lentas para la toma, ampliándose las opciones en cuanto a la plasmación del movimiento, que podía mostrarse congelado o bien mediante el efecto de barrido, haciéndose presente el tiempo en la propia imagen fotográfica.
Todo ello permitió el desarrollo de un lenguaje que se alejaba radicalmente de la rigidez de la fotografía bélica realizada hasta entonces y que era perfectamente capaz de expresar las situaciones y realidades extremas propias de la guerra. La prensa se encargó de difundir las imágenes de la contienda española a un público ávido de información sobre un conflicto de gran interés internacional.
Además de la labor de los fotógrafos extranjeros que cubrieron la Guerra Civil, como Gerda Taro, David Seymour o Robert Capa, que han pasado a la historia prácticamente envueltos en el mito, es preciso destacar el extraordinario trabajo del valenciano Agustí Centelles. De origen humilde y formación autodidacta, había logrado trabajar como reportero gráfico para diarios de Barcelona, donde destacó por una visión personal, espontánea y dinámica. Al estallar la guerra comenzó a trabajar al servicio del Comissariat de Propaganda de la Generalitat de Catalunya.
Tras fotografiar la sublevación en Barcelona, Centelles se trasladó al frente y cubrió con su Leica las batallas en Aragón y los bombardeos sobre la ciudad de Lérida. Trabajó al lado de los soldados, se implicó y denunció los ataques a la población civil, a través de imágenes de enorme emoción, dramatismo e impacto visual, poniendo los recursos expresivos de la fotografía al servicio de su compromiso ético y político.
Centelles tuvo que exiliarse a Francia al terminar la guerra, pero consiguió poner a salvo en una maleta miles de negativos. Con la llegada de la democracia a España, pudo recuperar ese archivo y positivar parte de su material, sacando a la luz imágenes que habían permanecido ocultas durante años.
La colección del Museo alberga alrededor de 70 fotografías de Agustí Centelles, que forman parte de su fondo de la Guerra Civil, formado por más de 500 piezas.
Laura Torre Vall
Conservadora del Museo Universidad de Navarra
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